Leyendas de mi estado IV.

17 julio 2007

Triste.
Inherente.
Aplacó el anublo,
Diría impotente.

Él llevaba desierto.
Era nadie en el corral.
Flaco, híncale el incierto.
Su vaina, bagual.

Insignes valían:
“Que marche. Nadie quiere por acá.”
Débiles callaban:
“Demasiado, no es mi moral”

“Soy conmigo,
A salve más.”
Él estaba conmigo,
Hallaba falaz.

Él vacío era, claro.
Nadie recorría.
Entendía, claro
En el umbral.

La valla, no cedía.
Lo sé
Ya por qué no abría.
¿Solo, lo es?

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